[repartido el 17 de Septiembre en la ciudad de Rosario,
en la convocatoria del día internacional contra Monsanto]
La producción capitalista es intrínsecamente depredatoria con el medio en que se desarrolla. Desde la génesis misma de este sistema perverso, la explotación de elementos naturales tenidos en cuenta como meros “recursos” es una constante que arrasa biodiversidad por doquier. Desde hace alrededor de 30 años surgieron las primeras voces alertando sobre la vía hacia al colapso que significaba la continuidad del capital; pacifistas, liberación animal, movimiento antinuclear, ecologistas en general, dieron el primer paso para una problemática que pronto tuvo que integrar la discusión revolucionaria. Si hace 30 años se decía que el mundo y su diversidad natural y cultural iban camino hacia la destrucción, hoy ya la estamos viviendo. En la región argentina, como país casi exclusivamente agroexportador, la modificación de biomas ha sido constante desde finales del siglo XIX. La región pampeana ha sido modificada en más de un 90% como causa de la explotación agropecuaria. Desde los años del menemismo la introducción tecnócrata al agro argentino llevó además a un nuevo monopolio sobre la tierra, esta vez no solo en manos de familias oligárquicas sino también con grupos económicos multinacionales como Monsanto o Dreyfus imponiendo el cultivo de soja transgénica donde estas empresas proveen desde la semilla al
glifosato, que envenena yuyos indeseables así como millones de seres humanos que mueren de cáncer. En la última década, además de la región pampeana, se incluyó la zona del monte santiagueño y la selva de las Yungas en el Chaco Salteño al proceso de sojización arrasando millones de hectáreas de selva de una de las regiones con mayor biodiversidad de Sudamérica y expulsando a campesinos, criollos e indígenas, que practicaban una explotación agraria a pequeña escala y sin perjudicar de manera significante el medio natural. 200 millones de litros de glifosato son vertidos por año en toda la región sojera.
Es por esto que volvemos a señalar que el problema no son solo Monsanto o las políticas de estado, sino todo el sistema que permite que el dinero predomine por sobre la vida. Monsanto es solo una parte de una gran cadena capitalista de explotación y miseria que reporta millones de dólares a los empresarios agropecuarios y al estado argentino.
Las luchas reformistas o parciales son rápidamente absorbidas por el Estado/Capital a través de sus leyes y subsidios, anulándolas. Por eso insistimos que la lucha debe ser total y autónoma, criticando, accionando y organizándonos de manera que nuestras prácticas sean irrecuperables por aquellos que perpetúan el sistema mercantil sobre la vida de la tierra.
¡El dinero no vale más que la vida!
¡El que no cambia todo no cambia nada!
¡Abajo Monsanto, abajo el Capital!
¡El que no cambia todo no cambia nada!
¡Abajo Monsanto, abajo el Capital!
Anarquistas de Rosario
boletinlaovejanegra.blogspot.com
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